Tuesday, June 15, 2010


"La reina de las nieves 2"

Esperando en el frio paramo, escuché el aleteo y el característico “tuut-tuut” de su búho y el llamado de su ciervo en la oscuridad, logre ver su silueta mientras se paseaba entre los árboles que dormidos por el frio parecían los huesos de un gran animal enterrado en la nieve. Sus bellos ojos color esmeralda se veían distintos, distantes, como si mis palabras no alcanzaran sus oídos. Me esforcé en gritarle más fuerte pero fue inútil, su cuerpo lucia distante, sus ademanes indicaban no estar interesada en mis ruegos. La escarcha y la ventisca comenzaron a cubrirme con sus gélidas fauces. La vi desaparecer y junto a ella partieron sus amigos. El ciervo antes de desaparecer me miró y por unos segundos se quedo ahí,
simplemente mirándome como tratando de recordarme.

Corro en dirección a ellos, sus pisadas comienzan a desaparecer, mis ojos apenas distinguen entre la ventisca. Ella ha desaparecido una vez más, como si todo hubiese sido un sueño. Mis manos se convierten lentamente en cristal, mis lágrimas y mi respiración en polvo de diamantes. Ya no hay calor en mis mejillas solo el recuerdo de tu frio toque de indiferencia. De pronto en mis manos siento un hormigueo, era el ciervo de cristal que lamia mis manos, mi cuerpo comenzó a moverse, en la noche eterna de nuestros corazones de cristal, pude sentir esa preocupación por mí, en la forma del ciervo, juntos corrimos entre los árboles que cubiertos de hielo blanco parecían pilares de mármol de una gigantesca catedral. Tus ojos se veía a la distancia a medio abrir, somnolientos, pero aun así, esos mensajes escritos en ellos se veían maravillosos, ¿existirá en algún momento, un mensaje para mí en esos ojos?

Sus bellos pies como la nieve se movían delicadamente casi rozando el piso, sus labios amoratados contrastaban con lo pálido de su bello rostro, su cabellera flotaba en el aire balanceándose con las ráfagas de viento ártico que venían del Norte. Logré alcanzarla y la tome firme de las manos, el hielo que ella emanaba de su cuerpo casi quemó mis dedos, aun así la tome fuertemente y la mire a los ojos, me miro y se abalanzo sobre mí dejándome casi muerto. Nos unimos en un baile sin fin, nuestros cuerpos se hicieron brisa de primavera, gracias al calor de nuestros corazones, no había más hielo, solo césped verde y riachuelos de cristalina agua. La tormenta había pasado y ahí estaba ella recostada sobre el pasto verde, con esa mirada de misterio pero esta vez acompañada de una sonrisa que me llevó a su lado , nos miramos y juntos comenzamos a dibujar en el aire con las nubes , nuestro futuro juntos, nuestro destino.

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