Thursday, June 03, 2010

GPS y rutas del alma.

Días atrás mientras manejaba de noche comenzó a llover en forma intermitente. La lluvia golpeaba con fuerza en el parabrisas y su sonido me distraía del camino. Mientras manejaba sentía que el camino no tenía fin y que yo me encontraba sin destino fijo. Me acordé de esos dispositivos llamados GPS y pensé de inmediato en comprarme uno. Busque en el internet diferentes modelos y marcas. Todos hacían gala de diferentes funciones y aplicaciones “Pantalla TFT de 4 pulgadas” “conectividad con Google Earth” “sintonizador de T.V.” “descarga gratuita de mapas de 5 continentes” etc. Cuando al fin tuve uno en mis manos y logré instalarlo en mi carro tome el manual de instalación y comencé a hojear sus páginas. En la pagina de bienvenida decía “¡En hora buena! con el dispositivo adquirido podrá alcanzar todos los destinos a los cuales siempre soñó llegar sin problemas. Es solo cuestión de ingresar el destino y el GPS calculará la ruta mas conveniente”. ¿Dónde ir? Era solo llegar y digitar el destino. Pensé y pensé por un rato y no se me ocurría donde ir. De pronto me acorde de ti y por muy estúpido y sin sentido que pueda ser, llegué y escribí tu nombre. La maquina puso el mensaje “buscando” en su pantalla y me tuvo expectante e incrédulo por tres largos segundos, luego la pantalla se apagó y no se volvió a encender más. Sabia que había sido un error comprar esto, le escribí lo primero que se vino a mi mente y dejó de funcionar.

Al día siguiente, cuando de vuelta de mi trabajo, el GPS se encendió súbitamente y en su pantalla mostró el mensaje “calculando” extrañado por su mensaje lo miraba mientras manejaba para ver si sufría otro cambio y de pronto apareció el mensaje “ruta trazada” iba de vuelta a casa, a un hogar vacio, sin nada que hacer en él más que ver televisión, tal vez alguna buena película, surfear en internet y después a dormir, no perdía nada si seguía la ruta trazada. Por horas seguí la ruta que me internaba en el centro de la ciudad, callejuelas y amplias avenidas visite y nunca encontré nada, la línea roja del trazado seguía indicando calle abajo. Por mi mente pasaban un millón de ideas descabelladas y de posibles cosas que justificaran el porqué seguía en esta búsqueda tan improbable y a la vez increíble. ¿Existiría alguna calle con tu nombre?, tal vez era una calle pequeñita devorada por las amplias avenidas y gigantes edificios que brotaban del suelo como verdaderos hongos y maleza. Ya desanimado y como un niño pequeño frustrado por no encontrar respuesta a mi problema decidí volver a casa con la mente en blanco solo anhelando llegar luego al hogar y prepararme una buena taza de té.





Un semáforo sacó a relucir su amplia luz roja, me detuve y ví pasar a los peatones, cada uno con sus diferentes ritmos de vida, unos caminaban rápidamente, otros en forma más lenta. De pronto un desposeído golpeó mi ventana y comenzó a pedirme dinero, entre gestos y musarañas trate de zafarme de él cuando al igual que el flash de una cámara fotográfica en el GPS apareció el mensaje “destino alcanzado” ¿qué? No entendía nada…en realidad esta pequeña basura no servía para nada.
Levanto mi mirada en dirección al semáforo para ver si ya tenia luz verde para partir cuando te veo a ti tomada del brazo con otro hombre, lo mirabas y sonreías, te veías feliz. Juntos pasaron frente a mí sin tú fijarte que estaba yo en ese auto. Tan cerca y a la vez tan lejos…las bocinas de los automóviles detrás de mí me hicieron despertar y sin pensarlo pise el acelerador y abandoné el lugar, no sin antes dejar a un extrañado y confuso desposeído sosteniendo en sus manos un GPS que seguía mostrando el mensaje “Destino alcanzado”








1 comment:

(F) Erika said...

no dejes que una máquina maneje tu destino, ni creas en las casualidades.